En la frontera noreste del país, el caudaloso río Suchiate, sirve de limite entre Guatemala y México. Pero también sus aguas, son la ruta de contrabando de infinidad de productos. Cuyos bajos costos constituyen el atractivo para quienes se dedican a la actividad de trasegar los mismos. Esta actividad a todas luces ilegal, constituye la única fuente de ingresos en principio para los balseros, que se procuran el sustento con esta labor. Ya que quienes pasan a territorio mexicano para comprar mercadería, usan esta ruta tanto de ida como de vuelta. Pero también ganan, los famosos "tricicleros", que se encargan de transportar los productos desde la ribera del río hasta los micro buses y buses que de la frontera salen hacia diferentes destinos.
Quienes viven de esta actividad, compran cantidades que oscilan entre 300 y 1000 quetzales. Adquiriendo productos que van desde, artículos de consumo diario, (frijol, arroz, aceite, huevos, jabon etc), hasta cerveza, ropa, zapatos, dulces; de todo un poco. Pero los se dedican a ella, no están exentos de peligros. Pues se exponen a ser asaltados, cuando cruzan hacia México, o que les roben sus productos cuando vienen de regreso. La perdida de sus productos puede ser o en manos de la delincuencia común o la policía nacional, a quienes se les ve posteriormente en Malacatán u otras ciudades fronterizas, vendiendo a los mayoristas parte de lo decomisado.
Actualmente y como medida para frenar el contrabando, se habla de la presencia de un Batallón de Caballería del Ejercito Nacional, que prestará seguridad a la zona fronteriza impidiendo el trasiego de contrabando y de drogas. Esto traerá sus beneficios, pues se terminará con la explotación infantil, de los niños balseros, se impedirá la evasión de los impuestos que dichos productos dejan de pagar al fisco. Y, por sobre todo, se protegerá la salud de los guatemaltecos. Pues está prohibida la importación de productos avicolas de la zona fronteriza, por el riesgo de expansión de la Influencia y la Gripe Aviar presente en las aves del área sureste de nuestro vecino del norte. Es decir, el poco o inexistente control fito sanitario y sanitario de los productos provenientes de Ciudad Hidalgo y Tapachula, incrementa los riesgos de daño a nuestra salud. De manera que habría que aplaudir por las acciones que el gobierno central se prepara a implementar en el sector. 
Pero toda moneda tiene dos caras. Y, a la par que estas acciones favorecen los intereses de los grandes productores. También terminaran con "honradas" fuentes de trabajo. Pues los balseros verán afectados sus ingresos. Que aunque exiguos, les permiten actualmente llevar a sus hogares el sustento diario.
Pues los promedios de ingresos de estos esforzados guatemaltecos que diariamente se exponen a la corriente del Suchiate. Oscila entre 50 y 100 quetzales para el operador de la balsa y el resto para el propietario de la misma, amen de que tienen que pagarle a las autoridades de ambas riberas diariamente una cuota para efectuar tal actividad sin problemas.
Pero otros que verán afectados sus ingresos serán los tricicleros, que dejaran de percibir los recursos necesarios para la manutención de sus familias. Y, que decir de quienes, sobreviven con la venta de los productos contrabandeados. Aquellos que compran 100 200 quetzales y que van vendiendo en sus comunidades de puerta en puerta sus productos. Dentífricos, cereales, jabones, productos de limpieza, galletas en fin todo aquello que les es solicitado por sus potenciales clientes.
He aquí la pregunta del millón entonces. Habrá pensado el ciudadano Presidente y sus inteligentísimos asesores, que hacer con todo este ejercito de desocupados, que quedará con las medidas a tomar. Con qué o como van a sobrevivir estas personas, partiendo de que la Canasta Básica Vital hasta marzo del 2013 estaba situada en Q 165.08 diarios para un total mensual de Q 4976.26. Y, si a eso sumamos que el salario mínimo es de Q71.40, y que muchas empresas ni siquiera cumplen con pagar este mínimo. Que podemos esperar. Qué va a ocurrir. quienes deben estar dando brincos de felicidad son los opositores a este gobierno. Pues con acciones como esta, el mismo gobierno se está creando más confrontaciones con la sociedad. De ahí la baja en la popularidad del actual gobernante, que durante su campaña política despertó en la población muchas expectativas.
A su ya creciente impopularidad por sus erróneas políticas económicas, a la corrupción que fomenta la vicepresidencia y la imparable violencia. Ahora deberá agregar un nuevo frente, pues no creo que todos los que viven de esta actividad a lo largo de la zona fronteriza, se vayan a quedar con los brazos cruzados. Incluso no han sopesado la posibilidad de que quienes se queden sin ingresos se sumen a la delincuencia común orillados por el hambre que estas políticas a todas luces impopulares traerán. Pues a ninguno de los brillantes asesores del gobierno se les ha ocurrido pensar en que soluciones van a darle a todos los afectados con estas medidas.
La pregunta del millón ahora es: por qué no encarcelan a los grandes evasores, por qué las flamantes autoridades de la SAT, no proponen algún tipo de pago único, sobre lo ingresado que no aumente los costos de lo comprado y que favorezca a quienes se dedican a esta actividad.
Señor Presidente, el éxito de un estadista está en no perder el contacto con su pueblo. Y, usted ya lo perdió. Para la toma de sus decisiones se vale de los informes parcializados de sus asesores que pretenden no su éxito sino su fracaso. Ponga en su sitio a la señora Vicepresidenta, tome usted el mando de la nación, los que votamos por usted, lo hicimos confiando en su condición de militar, misma que nos garantizaba que sus atributos masculinos los tiene bien puestos. Pero por lo visto se está dejando mangonear por medio mundo.
La medida no es mala. Pero es necesario también pensar en todos los que saldrán afectados con la misma. No olvide de donde viene, no le voltee la espalda a la institución armada su Alma Mater, Ahí puede usted encontrar, oficiales honestos y honorables que pueden ayudarlo a sacar a Guatemala del atolladero en el que gobiernos anteriores y el suyo están hundiendo.
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