Se acerca la navidad, estamos a 27
días de conmemorar el nacimiento del Dios niño. Aún y cuando Jesús, el Mesías,
no nació el 24 de diciembre Se ha dicho que la fecha del 25 de diciembre fue
tomada de la fiesta pagana del sol. Según esta teoría, la Iglesia escogió ese
día para suplantar la fiesta pagana en que se celebraba al sol, conocida como
"dies natalis Solis invicti". Y, tampoco nació en el año cero –nunca hubo
tal– o en el año uno de nuestra era. Es difícil entenderlo, pero de hecho
Cristo nació antes de Cristo.
El culpable de este desfase
temporal fue un monje escita que vivió entre los siglos V y VI llamado Dionisio
el Exiguo, cuyo apodo parece responder a que era muy pequeñito. En cierta
ocasión, corriendo el año 525, el papa Juan I encargó a este Dionisio un nuevo
calendario para identificar correctamente las fechas de Pascua. Dionisio era un
gran cerebro de la época, versado en Derecho Canónico y en Matemáticas. De manera que nadie mejor que él, para emprender la compleja tarea de reformar
el calendario.
Dionisio debía entonces determinar
correctamente las fechas de Pascua de Resurrección, para lo cual tenía que
empezar a contar los años desde la muerte de Jesús, y para ello, debía fijar la
fecha del nacimiento. ¿Cómo hacerlo? Dionisio tenía una referencia muy
concreta: dicen los Evangelios que Jesús nació en tiempos del rey Herodes el
Grande, un monarca títere que los romanos habían puesto en Judea. Dicen también
que Herodes quiso perseguir al Niño, que la familia tuvo que huir a Egipto para
escapar de la ira del rey y que, enseguida, Herodes murió. Fácil: bastaba buscar la fecha de la muerte
de Herodes el Grande para fijar la fecha del nacimiento de Jesús. Pero
Dionisio, la rego de ha feo. Falló en sus cálculos. Nadie sabe muy bien cómo
Dionisio el Exiguo, a pesar de toda su ciencia, dio en situar la fecha de la
muerte de Herodes el Grande en el año 753 desde la fundación de Roma. La verdad
era que Herodes murió al menos cinco años antes. El hecho es que Dionisio situó
el año 1 de la era cristiana en el 753 de la era romana… cuando Jesús ya debía
de contar al menos con 4 años de edad. El despiste del Exiguo había situado la
fecha de nacimiento de Cristo varios años después de que naciera. O sea, que
Jesús nació… antes de Cristo. Es decir antes de A.C. (fecha supuesta del
nacimiento de Jesús).
Jesús de Nazaret debió de nacer
entre los años -3 y -5 antes de Cristo. La fecha de su predicación, ya con 30
años de edad, debió de coincidir con la llegada de Pilato como prefecto de
Judea, cosa bien datada en el año 26 D.C es decir de nuestra era. Ya sabemos
que Jesús no nació en el año 1, pero es que tampoco nació realmente un 24 de
diciembre. Para empezar, es difícil hacer la traslación del calendario judío
tradicional al calendario romano que hoy conocemos. Pero es que, además, los
Evangelios tampoco dan una fecha precisa para la Natividad. Los investigadores
han tratado de reconstruir la fecha a partir de las descripciones de ambientes
de los evangelistas. Así, hay quien opta por una fecha primaveral, porque la
presencia de pastores parece indicar abundancia de pastos frescos. Pero hay
también quien opta por una fecha otoñal porque los pastores acuden al portal
con sus primicias, lo cual sugiere una fecha posterior al verano, con la
cosecha recogida. A estos cálculos se añaden otros que toman como referencia
los turnos sacerdotales según las Escrituras, lo cual da un amplio abanico de
fechas en el que no es fácil decidirse por ninguna. Pero, entonces, ¿de dónde
viene eso del 24 y el 25 de diciembre?
Hay que recordar que, en los
primeros siglos de la cristiandad, los fieles no celebraban de manera especial
la Natividad. La fiesta mayor era la Resurrección, como es enteramente lógico,
y enseguida se empezó a celebrar también la Epifanía, esto es, la aparición de Jesús
ante los hombres como Dios. La primera Epifanía es la de Jesús ante los Magos
de Oriente, que en la Iglesia oriental empezó a celebrarse el 6 de enero para
reemplazar a cultos de origen egipcio situados en torno a esa fecha. En la
Iglesia ortodoxa se celebra la Navidad en esta fecha, pero eso es porque ellos
mantienen el calendario juliano.
Pero sea que haya nacido el 24 de
diciembre o el 6 de enero o 6 de abril para la Iglesia Ortodoxa, o cuatro años
antes en el mes de septiembre para algunos eruditos. Lo cierto es que al
conmemorar el nacimiento de Jesús, una figura histórica que cambió el rumbo de
la humanidad con sus enseñanzas. Estamos celebrando el natalicio de un ser
humano maravilloso que nos dejó toda una forma nueva de vivir.
Por otro lado es una época
sencillamente deliciosa, el cambio de clima a temperaturas más frescas en la
Costa Sur, incluso un poco de frío por las mañanas, el viento que invita a
volar barriletes, el olor a manzanilla y pino, los tamales, las posadas, el
ticututicu de las tortugas, los cohetillos (mucho cuidado con los niños por los
accidentes), el ponche. El reunirnos con la familia y amigos. Los regalos que
para los peques de la casa hacen de esta época una estación sinceramente inolvidable.
Lo del día 25 responde a otras
motivaciones: en Europa, los pueblos precristianos acostumbraban a celebrar en
torno a esos días el solsticio de invierno, habitualmente vinculado a cultos de
regeneración: tras la noche más larga del año, sale el sol como promesa de
vida. En Roma, al parecer, la fiesta había terminado degenerando en una especie
de larguísima bacanal, las saturnales, donde todo exceso tenía su asiento. De
esta manera los primeros papas –Julio I en 350 y Liberio en 354– resolvieron
situar en el 25 de diciembre la fiesta de la Navidad, de forma que se hiciera
más visible la cristianización de la sociedad romana. Realmente fue una buena
idea.
Por cierto, es importante
subrayar que Jesús de Nazaret existió históricamente, contra lo que en el siglo
XIX empezó a sostener cierta escuela crítica. Hubo realmente un Jesús de
Nazaret que predicó entre los judíos y murió en la cruz. Lo sabemos por las
cartas de San Pablo (del año 55), por los escritos de Flavio Josefo (año 93) y,
por supuesto, por los Evangelios, datados entre los años 70 y 90. Otras fuentes
romanas de años posteriores inciden en lo mismo. De hecho, nadie ha dudado
nunca de la historicidad de Jesús hasta bien entrada la Edad Moderna. Hoy, con
datos en la mano, es imposible negar que Jesús existió de verdad. Al igual que
es prácticamente seguro que nació en Belén. No hace falta otra cosa para
celebrar la Nochebuena.
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