Les comparto esta nota escrita por Danilo Parrinello, por considerarla interesante. Fue publicada el día de hoy en el matutino el Periódico. Me parece que nos hace reflexionar, pues si bien es cierto, el Ejercito guatemalteco cometió muchas atrocidades, también los guerrilleros que no eran precisamente unos angelitos lo hicieron. Y, si hubo perdón y olvido para ellos por qué no para todos los guatemaltecos que intervinieron el el conflicto armado. Como decía mi madre " O todos hijos, o todos entenados".Pero no puede haber una justicia para los chafas y otra para los guerrinches. Entonces donde está la Igualdad ante la ley.
Guatemala necesita de paz y perdón. Pero no habrá paz mientras continuemos atizando el fuego de la venganza. Ambos bandos en conflicto, cometieron atrocidades durante la guerra. Pero la paz no es la ausencia del conflicto, sino un proceso de progreso y de justicia. Y, lo justo aquí es que todos sean iguales ante la ley. Perdón y olvido para todos.
De eso no hay que hablar
A saber, porque de eso no hay que hablar.
¿Saben los jóvenes quién asesinó a John Gordon Mein? No, porque de eso no hay que hablar, era solo el embajador de Estados Unidos, un civil no combatiente, pero eso no interesa a las “uniones” (sindicatos) gringos, ni a los países cooperantes, menos a las ONG dedicadas a los derechos humanos. Era solo un gringo.
Y, ¿quién asesinó a Karl von Spreti? No, de eso no hay que hablar hombre, el era “autor intelectual y material de la política imperialista”, además era solo un embajador alemán y eso no le interesa a la Unión Europea, ni a la Sociedad Civil, mucho menos a la ODHA. ¿Quiénes asesinaron a los oficiales norteamericanos John D. Weber y Ernest A. Munro? A saber, porque de eso no hay que hablar, solo eran dos diplomáticos, a los que el estado guatemalteco no pudo garantizar la vida. Eso no le importa a la comunidad internacional, ni a la ganadora del Premio Nobel de la Paz, mucho menos a los activistas de derechos humanos.
Y, ¿quién asesinó brutalmente a Alfonso Alejos? Tampoco, era solo un guatemalteco que generaba puestos de trabajo, tenía familia, era precursor de algunos cultivos y escribía en el diario La Hora. Pero eso no interesa a la ODHA, ni al MP, ni a la Copredeh, menos a la Unión Europea. Era solo un guatemalteco trabajador, al que el Estado no pudo garantizar la vida. Y si se preguntan, ¿quiénes mataron al Cónsul noruego Norman Petersen Lind, Arturo García, Clause Harold, Erasmo Sánchez, Alberto Habbie, Luis Canella, Frank Bruderer, Isidoro Zarco?
La respuesta es, a saber, de eso no hay que hablar porque no hay dinero de la Cooperación Española, ni de la noruega, ni de la holandesa, ni lo hay para investigar las matanzas realizadas por la guerrilla y sus fosas comunes, ya que eso es políticamente incorrecto. Y, ¿sabrán los jóvenes quién secuestró al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Romeo Augusto de León, o al periodista Baltasar Morales de la Cruz, secretario de Información del Gobierno de la República, y cómo su hijo fue cobardemente ametrallado al intentar protegerlo de los terroristas de las FAR? ¿O quién secuestró a Héctor Menéndez de la Riva y a Juan José Hermosilla o a Juan José Falla, o a Álvaro Contreras Vélez o a Pedro Julio García o a la señora Olga Novella? ¡Joder, que de eso no hay que hablar! Para los terroristas hay amnistía, perdón y olvido.